El pesimismo de Mama Julia

El pesimismo de Mama Julia

I’d like to share with you an excerpt of an unfinished essay on my Mama Julia. It’s in Spanish because that’s the only way I can tell her story.


Un corto ensayo sobre el pesimismo permanente de mi Mama Julia.

Mi abuela, Mama Julia, era singularmente la persona más pesimista del mundo–y no lo digo por ser hiperbólico. Ella era una viejita bien brava, malcriada, y sin ningún concepto de esperanza. Si había un bien en el mundo, era porque un vivo se lo había robado al prójimo. Y aunque en sus últimos años de vida, cuando ella andaba en sus noventas y era un curcuchito humano apegado al evangelismo, ni el mismo Cristo podía retener el flujo ardiente de puteadas que brotaban de la boca de esa señora.

Pero bueno, ¿y por qué no? La señora tenía toda la razón por ser tan amargada. Había vivido casi un siglo aguantando el peso insoportable de una vida durísima. Fíjense, en la primera mitad del siglo: vivió los acontecimientos del 32 y sufrió severa discriminación por tener fenotipo indígena; fue abandonada por su familia en su juventud; tuvo que regalar un hijo por no poder cuidarlo; se le murieron dos criaturas más; y anduvo rondando por las calles jalando de la mano a mi madre, hasta al fin encontrarse un hombre con quien emparejarse. Un hombre que, para alivio del mal, le salió penqueador y medio. Y aún aguantando los pencasos diarios de mi abuelo, se rompía el lomo lavando y planchando la ropa de la colonia para ganarse el pisto, porque por pura desgracia, mi abuelo también le salió bolo y se gastaba sus ganancias en el guaro.

En la segunda mitad del siglo, después de haber criado sus propios hijos, se la pasó criando nietos, bisnietos, y tataranietos; le tocó enterrar a mi abuelo a causa de una caída, enterrar a su hijo favorito a causa de un balazo al pecho, y enterrar un par de nietas a causa de enfermedades. Y para terminarla de joder, tuvo que vivir sus últimos años viendo como la colonia en donde había vivido su vida entera se convertía en el epicentro del malandrismo marero.

Pero también, como mujer salvadoreña, mi Mama Julia había sido testigo de casi un siglo entero de regímenes militares, guerras, masacres, golpes de estado, políticas sucias, asesinatos, traiciones, secuestros, violaciones, desapariciones, y un sinfín de fosas con cuerpos nunca reclamados. No había nada que la señora no había visto. Estaba aburridísima de la vida, y no la culpo. Sentía rencor por todos aquellos quienes le habían hecho daño, y ella quería ver al mundo arder. 


A short essay about my Mama Julia’s pessimism.

Comment: 1
  • Silvia Trott October 20, 2020 4:47 am

    Gracias por compartir, su abuela, le doy la razon a ella, ese espiritu de coraje. A veces esas iras le empujan a seguir a uno! 😘

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